Ginuábel (Huesca)



A mi buen amigo Luis Buisán Villacampa de Casa Salas, incansable y tenaz cronista de Ginuábel, verdadero artífice de que la memoria de su pueblo no haya caído en el olvido. Colaboración impagable.

Se encuentra Ginuábel semioculto entre una densa masa forestal en la ladera derecha del barranco de Yasa. Su disposición urbana muestra una suave inclinación descendente.
Ocho viviendas componían el pueblo en el siglo XX aunque en tiempos anteriores llegaron a ser doce.
Arruinada población del valle de La Solana, poco queda ya de sus tiempos de máxima vitalidad.
El paso del tiempo, un expolio bárbaro de piedras y losas y los fenómenos meteorológicos han convertido este otrora bonito pueblo en un triste conjunto de edificios debilitados para seguir manteniéndose en pie.
Las ovejas eran el principal sustento de sus habitantes, de las cuales sacaban beneficio a través de la lana, los quesos o los corderos. Los tratantes de Boltaña y Ainsa preferentemente eran los que subían a Ginuábel a abastecerse de corderos. Se producía una especie de tanteo, un tira y afloja, en el que muchas veces los tratantes se iban sin haber comprado animal alguno, pero como quiera que estaban interesados volvían a los pocos días con una contra oferta, llegando finalmente a un acuerdo. Unas veces arreaban ellos con la compra y otras veces había que bajárselos a la carretera.
Se realizaba la trashumancia con los rebaños y así subían en verano a los altos pastos del puerto de Goríz en la vertiente sur del macizo de Monte Perdido. Estaban allí desde el 1 de agosto hasta la virgen del Pilar. Por el contrario en los meses de invierno hacían la trashumancia hacía tierras más cálidas, a Tierra Baja donde permanecían desde noviembre hasta abril.
No menos importante era la agricultura para subsistir en estos pueblos tan aislados y con una orografía complicada.
Se cultivaba a base de terrazas, fajas y bancales en una muestra de la laboriosa mano del hombre para sacar provecho del terreno en las laderas montañosas.
El trigo era el cereal principal y por detrás estaba la avena, cebada, centeno, judías o patatas por citar unos cuantos productos.
Entre los árboles frutales predominaban los manzanos, melocotoneros, ciruelos y nogales.


Apurbella
Arnalillo
Artiga Fonda
Barranco Yasa
Camboyasa
Camino a Giral
Camino a Santolaria
Camino a Tricás
Cruz y Cuello
Corbayons
Cuellopaño
El Cebatal
El Escarronero
El Lenaral
El Torrullón
El Toscarón
El Tozalet
Els Castillons
Fondanica
Fuensanta
Fuente Algar
Fuente La Coma
Fuente Las Cereceras
Fuente O Cumo
Huerto Barranco
La Bañera
La Cerazuala
La Closa Juan
La Faixeta Agustina
La Faxuala
La Moscaruala
La Valleta Muro
Las Eras
Las Faixas
Las Fondazas
Las Suertes
Las Trimosas
Los Cambillons
Los Capités
Los Cuatrons
Los Fenales
Los Garroz
Los Graderons
Los Solanos
Los Trillás
Los Viñuals
Plana de Yasa
Santa Marina
Santiago
Semué
Sepurbilla
Valloracasa

**Son algunos topónimos de lugares comunes de Ginuábel que quedaran para siempre en el recuerdo de las gentes que habitaron el pueblo**



La luz eléctrica llegó a Ginuábel en el año 1945 desde el plano Giral donde estaba situado un transformador que abastecía a casi todos los pueblos de La Solana. Esta linea a su vez tenía su origen en el molino de Jánovas.
Fue todo un acontecimiento para el pueblo y a falta de carreteras, maquinaría agrícola o agua corriente se puede decir que fue el mayor progreso que llegó a Ginuábel.
El agua corriente no llegó nunca y a pesar de que la fuente que tenían en el pueblo no era potable estaban abastecidos en buen número de fuentes en los alrededores.
Cada casa tenía su horno y se solía amasar y cocer el pan una vez al mes.
Tres casas llegaron a contar con retrete (Ezquerra, Castillo y la casa de la escuela) a la manera rústica de aquellos años, con salida a un prado trasero o a las cuadras.


Las fiestas patronales de Ginuábel originariamente eran el 25 de julio, día de Santiago, pero como quiera que coincidía con la época de siega que eran los días de más trabajo en el campo se cambiaron al 27 de agosto, día de San José de Calasanz.
Se celebraban tres días de fiesta: 27, 28 y 29. El cuarto día, el 30 era solo para la juventud del pueblo.

"La víspera llegaban los músicos, venían en el coche de línea hasta Lacort, uno de los mozos nos encargábamos de bajar a buscarlos con dos caballerías bien ataviadas para que montara alguno de los músicos o el traslado de los instrumentos. Eran momentos de gran expectación en el pueblo a la espera de los protagonistas que debían amenizar las fiestas.
Durante años eran los Solano del pueblo de Tierrantona los que venían a tocar a las fiestas de Ginuábel. Padre e hijo con guitarra y violín que se hacían acompañar muchas veces de otros músicos con saxofón, trompeta y batería formando una pequeña orquesta. Acostumbraban a pernoctar en casa Martín Puyuelo y en los últimos años en casa Clemente. Comían y cenaban una vez en cada casa donde había mozos de fiesta.
La víspera por la noche ya se hacía una ronda con los músicos por el pueblo como anuncio de la fiesta mayor.
A la mañana siguiente era el gran día. A las doce se oficiaba una misa a cargo de mosén Miguel y cantada por los músicos. Después de misa se hacía un pequeño baile en la plaza. A continuación se formaba la ronda y se iba casa por casa a rondar. Si en una casa estaban de luto se paraba la ronda y se rezaba un padrenuestro. Se le cantaba una jota a las mozas de la casa y otra de despedida al amo, al alcalde o al cura. En cada casa sacaban una bandeja con torta fina cortada a trozos y el porrón de vino. Dos mozos subíamos a la vez por cada casa con una alforja pidiendo normalmente huevos y longaniza para realizar una lifara (merienda especial que se realizaba el último día entre todos los jóvenes).
Terminada la ronda cada uno se retiraba a su casa a comer, donde había costumbre de sacrificar una oveja a la que se añadía un cordero si no había bastante.
La comida era abundante para agasajar a todos los invitados con buenos entremeses, guisos de carne, costillas y chuletas. En los postres eran las natillas, la torta bizcochada o el brazo de gitano. Como fruta especial estaban las uvas o algún melón que se había comprado para la ocasión.
Todo ello acompañado de vino encubado, moscatel y rancio, café y alguna copa de anís y coñac.
A la hora de la sobremesa pasábamos un par de mozos vendiendo tiras de número para la rifa del cordero, tiras que también se ofrecían durante el baile de noche. No teníamos mucho éxito pues no sacábamos ni para pagar la orquesta.
El pueblo era un hervidero de gente, mucha alegría por todas partes y reencuentros con personas que no te veías hacía tiempo.
Iba llegando la juventud de otros pueblos y al anochecer comenzaba el baile en la plaza. Venían de Muro de Solana, Sasé, Cájol, Castellar, Giral, Tricás, Lacort, Santa Olaria y Javierre.
El primer baile lo solían empezar los mozos y mozas del pueblo y era costumbre romper el baile el mozo y la moza de más edad. Los mozos forasteros que no hubieran comprado tira de la rifa no estaban bien mirados si querían sacar alguna moza del pueblo a bailar.
A media noche se hacía una parada para la cena, donde nadie se quedaba sin cenar, nos repartíamos a la juventud de otros pueblos que no tenían familia en Ginuábel, el caso es que nadie se quedara en la calle sin probar bocado. El pollo al chilindrón era muy acostumbrado para la ocasión. Y después vuelta al baile que se prolongaba hasta las cuatro de la mañana.
A la hora de dormir había que solucionar el problema del alojamiento, así que los hombres de la casa nos íbamos a dormir al pajar para dejar sitio libre a los familiares que venían de fuera. En otros casos dormíamos tres o cuatro mozos en una misma cama, como también lo hacían las mujeres.
Cuando todos se habían acostado, al alba los mozos del pueblo acompañados de algunos forasteros hacíamos la ronda del jadico, íbamos por las casas requisando alguna cazuela con las sobras del día anterior y un porrón de vino saciábamos nuestro apetito antes de irnos a dormir.
El segundo día de la fiesta nos levantábamos tarde la juventud cansados del ajetreo del día anterior.
Los actos festivos comenzaban otra vez con una misa cantada. Después baile de una hora en la plaza. Era una repetición del día anterior, con ronda por las casas, comida con familiares y allegados y el baile al atardecer pero con más concurrencia de gente que el primer día.
En tiempos pasados se hacían carreras pedestres campo a través, se llamaban carreras de pollos porque ese era el premio que se le daba al ganador. Con el tiempo dejo de realizarse esta competición.
El tercer día se volvía a realizar los mismos actos pero ya muy venida la fiesta a menos. Se habían marchado muchos familiares y amigos y el pueblo recobraba la normalidad, quedábamos los del pueblo y alguno más y aunque aún teníamos ganas de fiesta ya el cansancio empezaba a hacer mella.
El cuarto día era la despedida de los músicos, había que acompañarlos hasta la carretera para que volvieran a sus lugares de origen.
Había llegado el momento de echar cuenta de los gastos, si no llegaba con lo de las rifas lo que faltaba lo poníamos entre los mozos a escote. Asimismo hacíamos la lifara con los productos que habíamos recogido de las casas.
Vuelta a la rutina, a atender el ganado y en otras labores. A esperar a las del próximo año o a asistir a la de pueblos cercanos.
Como anécdota el último año que se celebró fiesta en Ginuábel ya con el pueblo muy mermado de gente, no había músicos ni baile por lo que las fiestas estaban muy descafeinadas, cogí a dos primas mías que habían venido de visita y nos bajamos al pueblo de Santa Olaria que también estaba en fiestas para poder bailar".
LUIS BUISÁN.


La fiesta pequeña era el 17 de noviembre en honor a San Acisclo.
El baile se hacía en el salón de la casa de los maestros en la escuela, que tenía el piso de tarima. Ese día subían músicos de Javierre, Santa Olaria o Borrastre con guitarra y violín.
Hasta la guerra civil hacían una romería a la ermita de San Bernabé situada en el despoblado de Semué. Después de la guerra ya no se hizo nunca.

Mosén Miguel subía desde el pueblo de Javierre de Ara donde vivía con dos hermanas. Era nacido en casa Chusé de Sasé. Celebraba misa un domingo al mes siempre que el tiempo no lo impidiera. El día anterior subía a Sasé a casa de su familia donde hacía noche, celebraba en aquel pueblo la primera misa, después se desplazaba a Muro de Solana donde hacía la segunda para terminar en Ginuábel donde realizaba la tercera. Aquí comía en casa Clemente que eran parientes y por la tarde regreso a Javierre. Se desplazaba siempre a pie, era un hombre fuerte y andaba por los caminos con la sotana arremangada.
El médico residía en Fiscal a dos horas de camino y había que llevar una mula para que subiera hasta el pueblo. En bastantes ocasiones no se encontraba el médico en su lugar de residencia por encontrarse atendiendo enfermos en otros lugares por lo que se le dejaba recado. Así podía pasar un par de días. Luego si recetaba había que ir a Boltaña a comprar los medicamentos. Don José, don Jesús o don Antonio son alguno de los que se recuerdan.
En Lacort había un practicante que recetaba y solucionaba algunas enfermedades normalmente a base de remedios caseros.
El cartero era Vicente de casa El Ventorrillo de Lacort, iba montado en una yegua y subía a repartir la correspondencia a Ginuábel y Tricás.
El herrero venía de Santa Olaria, José Picardo. Lo hacía dos o tres veces al año.
De Campol venía Miguel Sánchez el albañil, encargado de hacer las reformas en las casas, blanqueo de interiores, construcción de pajares, bordas, casetas de campo, etc.
A moler el grano iban normalmente al molino de Fiscal.

"Otras veces íbamos al molino de Jánovas o al de Lacort. Incluso a la harinera de Boltaña alguna vez, Y un año más lejos; a la harinera Chéliz de Ainsa. Nos pusimos de acuerdo todo el pueblo, bajamos al alba a Lacort con dos caballerías por casa y dos sacos en cada mulo. Cargamos los sacos en el camión de Marcial y hacia Ainsa a moler todo el día. Por la tarde cargamos los sacos de harina en el camión y regreso a Lacort, allí esperaban las caballerías en las que cargamos los sacos y de subida a Ginuábel". LUIS BUISÁN.

Lacort era el pueblo estratégico y primordial para casi todos los pueblos de La Solana pues era allí donde estaban situados los comercios.
Las tiendas de Marcial y Revilla permanecen en la memoria de todos los habitantes de La Solana.
Más tarde Macario Garcés abrió un comercio que funcionaba como carnicería y panadería.
Hasta aquí bajaban con asiduidad las gentes de Ginuábel a la compra-venta de productos, que en muchas ocasiones se convertía en un trueque. Allí se podía comprar de todo: ropa, calzado, herramientas, azúcar, aceite, vino, bacalao, conservas y toda clase de productos que no se producían en el pueblo.
Si se realizaba trueque las gentes de la montaña ofrecían a cambio patatas, quesos, huevos, manzanas, etc.
Muy importante era el vino para el consumo de la casa. Estos comerciantes de Lacort lo traían de los pueblos del Somontano y de Cariñena. Vino que las gentes de Ginuábel transportaban en boticos a lomos de caballerías y lo encubaban en toneles.
Por Ginuábel y demás pueblos de La Solana aparecían los arrieros de Naval vendiendo todo tipo de cerámica (cazuelas, pucheros, botijos). Llevan la carga en uno o dos machos. De Colungo, de Alquezar, de Adahuesca también llegan vendedores ambulantes ofreciendo sus productos.
Un día muy señalado en toda la comarca era el 19 de octubre. En Boltaña se celebraba la feria de ganado. Las gentes de Ginuábel madrugaban desde bien temprano para hacer el recorrido andando (3 horas). Se volvía a casa ya de noche. Allí llevaban a vender algún animal o a comprar alguno que hiciera falta para la casa. Incluso gente que iba simplemente por pasar el día, por respirar otro ambiente, ver y escuchar lo que acontecía de novedad en la comarca.

En Ginuábel en las noches de invierno eran muy típicas las veladas. Después de cenar, varías casas se juntaban en una de ellas y al calor de la lumbre se contaban historias de brujas, de desaparecidos, de lobos, comentarios y recuerdos sobre los que se habían ido y sobre todo lo que acontecía en el valle en general.

"Nosotros la solíamos hacer en casa Périz, el tío Ramón de esta casa cada dos o tres días traía una carga de leña y allí se consumía en el hogar. Todos juntos, niños, jóvenes, mayores y ancianos al calor de la lumbre escuchando historias y relatos, donde no faltaban nunca las bromas y la buena armonía. Otras veces los jóvenes nos íbamos a casa Clemente que tenían varios hijos y allí nos poníamos a jugar al guiñote, al siete y medio o al subastado". LUIS BUISÁN.

Dos o tres veces al año con ocasión de alguna fiesta especial como Pascua, la Ascensión o el Corpus, se reunían los jóvenes y organizaban un baile. Urbez Pérez de casa Périz sabía tocar la guitarra y así lo apañaban. Hacían el baile en el salón de dicha casa. En ocasiones se hacía acompañar al violín de un joven que venía de la parte de Biescas.

Aunque la emigración ya había empezado a llamar a las puertas de Ginuábel y unas cuantas familias pusieron rumbo a las grandes ciudades en busca de una mejor calidad de vida, fue el proyecto del pantano de Jánovas y la posterior aparición de Patrimonio Forestal del Estado (más tarde llamado ICONA) lo que terminó de empujar a las gentes de Ginuábel y de todos los pueblos de La Solana a marchar. Con mucha presión hacía los vecinos se les hizo ver la conveniencia de vender y marchar pues se iba a expropiar toda la zona de monte para replantarla de pinos y así contener toda la erosión que podían provocar las lluvias torrenciales arrastrando lodo, piedras y fango en las vertientes próximas al proyectado pantano. Se acababa así con la posibilidad de llevar el ganado a pastar al monte, por lo que a los vecinos muy a su pesar no les quedó otro remedio que resignarse a la expropiación y aceptar lo que les quisieron pagar. Tarde, mal y poca cantidad pues en el caso de Ginuábel fue de ¡un millón quinientas mil pesetas! por toda la zona de pastos, montes y terrenos cultivables. Ese dinero a repartir entre ocho familias no le dio a nadie para comprar un piso en la nueva vida.
Fueron días de mucha tristeza, de derramar muchas lágrimas, dejar la casa vacía, los abuelos en el cementerio, de tratar de vender los animales al mejor postor para conseguir algún dinero más. Mucha incertidumbre también ante lo que les depararía la nueva vida en la ciudad.
La gran mayoría de los vecinos de Ginuábel se fueron para Barcelona, quedándose alguna familia en pueblos grandes de Huesca.
La familia de Casa Périz fueron los últimos en marchar de Ginuábel. Eran el matrimonio formado por Urbez y Fina, vivía con ellos un tío soltero nacido en la casa, el tío Ramón. Estuvieron un año viviendo solos en el pueblo, en el año 1963 cerraron la puerta de su casa y se trasladaron al pueblo de Binéfar.
A partir de aquí Ginuábel se envolvió en un manto de soledad y silencio solo roto por los expoliadores que por allí se acercaban o por algún nostálgico que volvía a ver lo que había quedado de su pueblo.

"En el año 1979, más de quince años después de haber emigrado, subí a mi pueblo. Lo hacía en compañía de mi mujer y mis hijas que no conocían Ginuábel. Al llegar al pueblo donde yo había vivido los primeros veintisiete años de mi vida y tras la lógica emoción de los primeros momentos enseguida vi que ya nada era igual: las eras se habían convertido en simples espacios reducidos por los arbustos, los caminos y calles se habían cerrado a base de zarzales y sabuqueros, los huertos se habían convertido en una pequeña selva, de la fuente ya no manaba agua donde siempre había manado, mi casa tenía una parte del tejado hundido, había riesgo de entrar, la iglesia había sido utilizada como establo para las vacas, tuve que luchar duramente con las zarzas para poder ir abriendo camino. Todo me parecía un paisaje extraño, la vegetación estaba exuberante, los pinos que nunca hubo en mi pueblo ahora alcanzaban diez o doce metros de altura, era todo irreal, desolador". LUIS BUISÁN.


Visita realizada en compañía de Dominique Dupont en junio de 2014.

PUBLICADO POR FAUSTINO CALDERÓN.

Punto y aparte. Voy tras los pasos del pueblo natal de mi amigo Luis Buisán Villacampa. Uno de los tres pueblos de La Solana que me faltaba por conocer (Semolué y Gere son los otros dos).
Las casualidades de la vida hace que a las nueve de la mañana mientras que estoy en el pequeño aparcamiento que hay junto a la carretera y donde da comienzo la pista que sube a La Solana, poniéndome el calzado adecuado, llega en ese instante otra persona que tras aparcar allí me pregunta por el camino para subir a Ginuábel. Yo le digo que voy para allá así que iniciamos la subida juntos.
Esta persona es francesa, un personaje sorprendente, por su buena conversación y por sus amplios conocimientos de la despoblación en Huesca. Un enamorado de los pueblos abandonados, aún cuando en su país apenas los hay por lo que siempre que tiene ocasión cruza la frontera y visita los de este lado del Pirineo. La subida se nos hace muy amena, hablando él en un más que entendible español. Intercambiamos impresiones y conocimientos sobre los despoblados. A medida que vamos subiendo ya vemos Ginuábel encaramado en la ladera opuesta del barranco, aunque todavía queda un buen tramo para llegar, después de dejar el camino que lleva a Cajol enfilamos ya el que nos llevará a Ginuábel después de una hora y media de trayecto.
Teníamos conocimiento de que había una familia de neo rurales viviendo en el pueblo pero no están. Viven en una borda que hay nada más entrar al pueblo y que está cerrada con llave. Habrán ido a pasar una temporada a otro lugar. La entrada al pueblo es preciosa porque entras a la plaza que es lo más bonito de Ginuábel. Aquí se puede transitar bien, por el resto del pueblo ya no. Escombros, zarzas y calles cerradas dificultan mucho el paso. Entramos a la iglesia que está en buen estado, desnuda de todo elemento, pinturas decorativas muy desgastadas en las paredes y la pila bautismal en la calle. Vamos a ojear el pueblo, las casas están muy caídas, no se puede entrar en ninguna, en alguna de ellas apenas quedan los muros. Llegamos a la parte más baja donde hay un edificio que intuimos que puede ser la escuela, dudamos pero los amplios ventanales nos sacan de dudas, no se puede entrar por la puerta pero apartando unas cuantas zarzas conseguimos entrar por una ventana. El interior está bien aunque carente de pupitres, armarios y pizarras, nada.
Un par de horas después damos por visto el pueblo de Ginuábel y nos encaminamos a Muro de Solana.



Foto cedida por Luis Buisán

Ginuábel recién deshabitado. Año 1964. Vista panorámica desde la fuente del Cumo. Todavía no había llegado el pino traicionero que arrasó los terrenos, por lo cual se ve el paisaje muy limpio. Casa Juan, de color blanco es la que está más alta, la iglesia en medio y la escuela la situada a nivel más bajo. Se observa el terreno abancalado por la mano del hombre para sacarle rendimiento. Al fondo se divisa el pueblo de Castellar subido en una loma.



Entrando a Ginúabel.




La plaza mayor de Ginuábel, la fuente a la izquierda. Delante de la iglesia había un olmo milenario del que ya nada queda. Junto a este árbol se ponía la tarima donde se subían los músicos en las fiestas.



La fuente de Ginuábel. Pozo a la derecha. No era buena para consumo por ser un poco "gorda". Se utilizaba para los animales. La gente se desplazaba a por agua a otras fuentes que había en las cercanías, siendo la preferida la fuente del Cumo a diez minutos de distancia del pueblo.



"La postal de Ginuábel".
Fantástico y fotogénico encuadre el que forman Casa Agustina y la iglesia. A la casa ya no se puede acceder al interior pero todavía conserva bastante entera su chimenea. En una primera emigración se marcharon al pueblo monegrino de Usón adonde se llevaron el rebaño de ganado que poseían y arrendaron tierras de labor, una segunda emigración al cabo de dos años los llevó a Barcelona.
¡Qué buenas gentes las de esta casa! Nunca habíamos sido parientes ni teníamos ningún lazo familiar pero hubo una gran amistad y ayuda mutua familiar en casos de enfermedad, así como en los trabajos de campo en ocasiones, fue un caso extraordinario. Hasta el punto de que cuando emigramos, el amo de esta casa se ofreció a prestarnos algún dinero si nos hacía falta. No fue necesario, pero el gesto se recuerda y se agradece todavía, es difícil que hubiéramos encontrado un caso semejante entre una larga lista de vecinos, parientes y amigos". LUIS BUISÁN.



Otra preciosa perspectiva de los dos edificios anteriores.




Foto cedida por Luis Buisán

A la izquierda de Casa Agustina se encontraba Casa Clemente de la que apenas queda algún muro en la actualidad. Tenía unos preciosos bajos porticados. Se marcharon a Barcelona.



La iglesia parroquial de Santiago. De planta rectangular. Torre con tres vanos para las campanas. Había dos en la fachada principal que en la guerra civil fueron utilizadas para hacer munición. Los retablos y los santos los quemaron. Solo se salvó una cruz de hierro que la abuela de Casa Salas recogió de entre las cenizas y la puso en el altar. Desde entonces fue el único signo religioso que hubo en su interior. Se llamaba a misa con una campanilla que se iba haciendo sonar por las calles.



Entrada a la parroquial bajo la torre. Pila bautismal en el exterior. Se la intentaron llevar pero como pesaba mucho desistieron del empeño y ahí se quedó.



Luis Buisán presintiendo el final que le esperaba a su pueblo "se adelantó" a los graffiteros actuales y dejó inmortalizada su firma en la pared del pórtico de la iglesia en el lejano año de 1958.



Interior de la iglesia. Altar mayor y entrada a la sacristía.




Interior de la iglesia. Coro alto de madera y escalera de acceso.




Foto cedida por Luis Buisán

Casa Salas. Año 1964. En la actualidad apenas queda algún muro en pie. Se marcharon para Barcelona. Al fondo el transformador de la luz.



Casa Martin Puyuelo. Emigraron a Barcelona.




Casa Périz. La última vivienda que se cerró en Ginuábel. Marcharon para Binéfar.



Foto cedida por Luis Buisán

Maravillosa imagen de la escuela de Ginuábel. Año 1979.
"Subí con mi mujer y mis hijas para que conocieran Ginuábel. Aunque el resto del pueblo estaba bastante desfigurado, la escuela se encontraba en buen estado. Estaban todos los pupitres, les enseñé a mi familia el que yo compartía con otro chico". LUIS BUISÁN.
La planta de arriba era la vivienda de la maestra a la que se accedía por una escalera exterior situada a la izquierda, tapada por la vegetación.
Antes y después de la guerra ejercía aquí de maestra doña Emilia Villacampa natural de Jánovas y su marido era Ramón Giral natural de Lacort. Tuvieron varios hijos. El marido era alpargatero y tenía el taller en la escuela. Fabricaba alpargatas y se dedicaba a venderlas por los pueblos de La Solana.
En los años 40 se fueron a Margudgued. A partir de aquí un año sin vida escolar y luego fueron viniendo chicas jóvenes recién acabada la carrera que ya no utilizaban la vivienda sino que se alojaban de patrona en alguna casa, generalmente en Casa Martin Puyuelo.
"Guardo un grato recuerdo de una maestra, se llamaba Nati Naval y era de Caladrones, un pueblo cercano a Benabarre. Estuve con ella desde los diez a los trece años. Con ella aprendí lo mucho y bien que enseñaba. Celebro haber aprovechado aquella oportunidad.
Nunca olvidaré la primera frase de dictado que nos mandó escribir el primer día: -Después de un año de haber estado cerrada nuestra escuela, hoy por fin se han abierto nuevamente las clases-. Doña Nati dejó un gran recuerdo en Ginuábel como maestra y como persona". LUIS BUISÁN.

El goteo de chicas jóvenes que pasaban por el pueblo continuaba un año tras otro, no tenían mucha motivación y buscaban traslado cuando podían.
"Llegó una maestra mallorquina que se encontraba muy a disgusto, no estuvo ni tres meses, se fue a hacer unas oposiciones para mejorar y como ella sabía que me gustaba el tema de los estudios y el magisterio, me propuso para sustituirla. De modo que redactó una instancia, me hizo un examen escrito, lo mandó todo a Huesca al ministerio y allí me concedieron el aprobado. ¡Estuve ejerciendo de maestro sin haber estudiado nunca la carrera! LUIS BUISÁN
En la década de los cincuenta asistían una decena de niños y niñas, más dos niñas que venían de Muro de Solana; Rosa y Pili de Casa Duaso.
Antes de construirse esta escuela hay constancia de que la escuela estaba situada en una dependencia de casa Martin Puyuelo.




Foto cedida por Javier Marco

Año 1950. La maestra Marí Luz Mateo con sus alumnos delante de la escuela de Ginuábel.



La escuela de Ginuábel en 2014. Se ha hundido la chimenea y parte del tejado, la avasalladora vegetación impide acercarse a ella.



Casa Castillo. Emigraron a Monzón.




Casa Juan. La situada a nivel más alto del pueblo. Primeramente emigraron a Sabadell y más tarde a Barcelona.



Casa Ezquerra. Emigraron a principios del siglo XX a Francia. La compraron los de Casa Barrau y juntaron las dos viviendas.

24 comentarios :

  1. Menudo trabajo de recopilación, Faustino. Bellisimo rincón. Feliz semana.

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    1. Unas cuantas horas de elaboración hay en este reportaje David, pero se dan por bien empleadas. Precioso pueblo ya muy machacado.
      Un abrazo.

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  2. Hola Faustino,antes de nada felicitarte por tan extenso y detallado relato sobre este bonito pueblo que languidece entre la vegetación que poco a poco se vá haciendo con el,me recuerda a Turruncún,un pueblo abandonado de la Rioja que visité el pasado año que también estaba casi devorado por la vegetación,viendo las fotos se aprecia lo bonito que tuvo que ser con esas construcciones en piedra que han cedido al paso del tiempo,me ha hecho gracia el detalle de la maestra mallorquina queno quería estar en el pueblo y le hizo un examen a Luis Buisan para que se quedara de maestro y encima le aprobaron,un caso peculiar,pués nada,como siempre un artículo muy bién detallado,así dá gusto,un abrazo

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    1. Gracias Roberto, disponía de abundante material gracias a Luis y había que aprovecharlo para hacer un bonito reportaje a la memoria de Ginuábel. Es otro pueblo que es una lastima no haberlo conocido nada más quedarse vacío para poder apreciar toda su belleza como muestran las fotografías antiguas.
      Lo de la suplencia de Luis como maestro interino son de esas anécdotas y situaciones que se daban en aquellos años en el magisterio rural, impensables en el día de hoy.
      Turruncún si es verdad que lleva un camino muy acelerado hacía la aniquilación como pueblo, en pocos años se ha desgastado mucho.
      Un abrazo.

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  3. Que sorpresa más agradable, Ginuábel es un pueblo al que le tengo mucho cariño. Magnífica la estampa de la parroquial junto a casa Agustína, vivienda levantada a partir de una vieja torre defensiva.

    Un abrazo, Faustino.

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    1. Así es, es una estampa maravillosa la que forman los dos edificios, además que te das de bruces con esta imagen nada más entrar en el pueblo. Lastima que el resto del pueblo ya no esta al mismo nivel.
      Hasta el nombre de este pueblo es precioso.
      Un abrazo Cristian.

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  4. Precioso lugar, amigo Faustino. Gran historia se ve en sus piedras y sobrecogedor testimonio escrito hace más de medio siglo por el señor Buisán, una sola fecha pero que encierra sin duda el drama de la despoblación.
    Como siempre, mis felicitaciones. Un abrazo.

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    1. Precioso lugar, amigo Antonio, ya muy venido a menos. Lleva un proceso de decadencia bastante avanzado y es difícil hacerse una composición de lugar de como era Ginuábel en su época, pero las fotos antiguas atestiguan que tuvo que tener bastante atractivo.
      A falta de papel para escribir cualquier sitio era bueno para hacerlo, como eran las paredes encaladas de blanco donde aún se pueden encontrar valiosos testimonios escritos de aquellos años, lastima que muchos se han perdido por escribirse encima impresentables y anodinos graffitis actuales.
      Un abrazo.

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  5. Faustino:vi hace dias la entrada de Ginuabel,y como era densa lo deje para otro dia,para leerla despacio..hoy lo pensaba hacer y me encuentro con lo de Montañana,y la verdad que no se por donde empezar los elogios ,para no aburrirte:el reportaje de Ginuabel una maravilla,como toda La solana,yo fui el último que visite,y eso me quede sin palabras..Montañana:yo tambien he hecho varias visitas ,lo descubri hace años por el libro de Romanico en Huesca de Enriquez de Salamanca ,lo ponderaba tanto que fui..y se quedo corto(solo la imagen de entrada con la iglesia arriba es impagable);estoy de acuerdo contigo ,a mi tambien me gusto mas la primera vez que fui ,pero hubiera sido imperdonable que se la hubieran dejado caer..dinero muy bien invertido.Un abrazo y perdona la extension

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    1. Es muy extenso el reportaje de Ginuábel y aún habría dado para otro tanto más. Con informantes como Luis hay que aprovechar la ocasión.
      En mi caso particular creo que he llegado bastante tarde a Ginuábel, lo he conocido ya muy demacrado y agonizante, si lo hubiera visitado unos años antes sus edificaciones estarían en mejor estado. Aun así lo poco que queda visible se hace muy ameno de ver como ese maravilloso encuadre que forman la iglesia y casa Agustina.
      Y de Montañana que vamos a decir, coincidimos mucho en ello. Me pongo a hablar maravillas de este pueblo y no paro. Eso si hay que procurar verlo sin gente.
      A otros pueblos medievales de España que no son tan bonitos como este se les da mucho más bombo, se les ensalza y se les sube al olimpo en libros y guías de turismo (aunque por una parte mejor porque sino sería una Gran Via en hora punta).
      No hay perdón que valga porque no hay nada que perdonar. Puedes extenderte todo lo que quieras en opinar, faltaría más.
      Un abrazo Blas.

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  6. ¡Que triste debe de ser volver a la tierra que te vio crecer y casi no reconocerla entre la maleza y ruinas! Magnifica entrada Faustino como todas las que nos traes.
    Un abrazo.

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    1. Totalmente de acuerdo con tus palabras amiga Conchi. Sentimientos de dolor, de impotencia, de tristeza, ver lo que fue el pueblo en el pasado y ver como esta ahora.
      Luis lo expresa a la perfección con su testimonio cuando subió a enseñar su querido pueblo a su mujer e hijas y verlo todo transfigurado, le costaba reconocer los lugares que se había pateado diariamente cuando vivía en Ginuábel.
      Un abrazo.

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  7. Una entrada muy interesante. Menuda sorpresa te hubieses llevado de haber visto algún pupitre, o pizarra en la escuela Cómo te digo, me ha gustado mucho.
    Saludos

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    1. Bueno ya pocos pupitres, pizarras ni ningún tipo de mobiliario se ven en las escuelas de los pueblos deshabitados. Hace veinte años si te encontrabas algunas como si hubieran acabado de dar clases pero ya no.
      Después de los expoliadores pasaron por estos lugares un ejercito de bárbaros, lo que no les valía lo rompían, destrozar por destrozar.
      Me alegra que te haya gustado la entrada Paca.
      Saludos.

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  8. D. Pinzon Navarrojueves, 12 febrero, 2015

    Me ha gustado mucho este viaje al pasado de Ginuabel, aunque quiza un demasiado extenso. a mi parecer. Destacaria dos aspectos que me han llamado mucho la atencion.
    Uno es la zozobra y desasosiego que siente el senor Luis al visitar por primera vez su pueblo
    despues de que se quedo abandonado y lo otro me parece irreal es que esta persona pudiera ejercer de maestro interino con el permiso del ministerio. Como le iban a pagar sueldo de maestro sin serlo? Me cuesta de creer.
    Bueno solo eso no me extiendo mas que no domino muy bien la escritura de ordenador.

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    1. Me alegra que le haya gustado el reportaje de Ginuábel aunque sea muy extenso en su opinión, algo que no comparto. Ojala pudiera escribir lo mismo de cada pueblo. La memoria de un pueblo no se puede comprimir en unos pocos renglones. Aunque me hago cargo que haya personas que les pueda cansar la lectura y no terminen de leer siquiera el contenido completo.
      Respecto a sus opiniones habría que hacer alguna puntualización.
      Cuando Luis Buisán hace el relato de como encuentra su pueblo de cambiado no era la primera vez que subía a visitarlo después de que el pueblo se había quedado vacío. El había subido en varias ocasiones, incluso un año después de quedarse el pueblo completamente solo. En esta ocasión que el relata era la primera vez que subía a su pueblo pero acompañado de su mujer e hijas, que no lo conocían y quería enseñárselo.
      En cuanto a lo del maestro interino, pues porque no va a ser real? Era un ejemplo del desinterés que había en aquellos años por parte de las administraciones de que los niños de los pueblos más aislados tuvieran una enseñanza como es debido.
      Cambiando de maestra cada año, años que ni tenían maestra, cuando la tenían se ausentaban en mitad de curso, pues ya me dirá usted, mucha seriedad no había por fomentar la enseñanza en la montaña.
      Le puedo contar bastantes casos de situaciones anómalas que se daban en aquellos años en cuanto a las escuelas rurales.
      En cuanto a lo de que Luis cobrará sueldo, pues me imagino que no cobraría nada, él lo hizo simplemente porque los niños no quedaran desamparados en mitad de curso y por lo menos estuvieran aprendiendo algo y no en casa sin hacer nada. Lo hizo por buena voluntad ya que el tenía algunos conocimientos.
      Gracias por dejar su comentario y no se preocupe que no se extiende en demasía. Haga comentarios en todas las paginas que visite y le servirá para ir practicando con el teclado.
      Saludos.

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  9. Mi madre, Luz Mateo, fue una de aquellas chicas jóvenes que, recién terminada la carrera, ejerció de maestra en Ginuabel a finales de los años 40.

    Cuenta que se alojaba en una de las casas del pueblo y que, algún fin de semana, bajaba a Lacort. Dejó la escuela para casarse con mi padre.

    Hoy, a sus 89 años, sigue guardando un montón de gratísimos recuerdos de su estancia y, sobre todo de la gente de Ginuabel. Todavía recuerda sus nombres y los de sus alumnos.

    Este fin de semana, le enseñaré este artículo y seguro que nos contará algunas de esas historias que compartiré en esta página.

    Un abrazo para todos.

    Javier Marco

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    1. Emotivo comentario el que muestras sobre la presencia de tu madre como maestra en la escuela de Ginuábel. Si aún recuerda el nombre de muchas personas y de sus alumnos es porque dejó allí un buen recuerdo y ella a su vez se sintió a gusto.
      Espero que tenga abundantes recuerdos sobre su estancia allí y que los compartas en esta pagina.
      Gracias por dejar tu comentario Javier.
      Un abrazo.

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  10. Buenos días a todos.

    Soy hijo de una de aquellas maestras. Hace unos días tuve el placer de hablar con Alicia Buisan. Probablemente, su padre fuera alumno de mi madre.
    Hoy, hablando con ella, me ha dicho que tiene un foto, que quizás sacó mi padre en un visita, en la puerta de la escuela con sus alumnos.
    Esta semana la escanearé y la colgaré en la página.
    Si alguien está interesado en que se la envíe directamente, puede escribirme a anayet@hotmail.com.
    Un abrazo para todos

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  11. GINUÁBEL Y JOSÉ ÁNGEL
    Un ermitaño es una persona que elige profesar una vida solitaria. ¿Quiénes son los ermitaños? Quieren alejarse de la civilización, del estrés, de la agitación diaria, de la competitividad, de las riquezas, del vacío existencial. Los ermitaños ven más allá de las nubes y del horizonte. Despojándose de cuanto poseen, estos hombres y mujeres quieren el aire limpio acariciador, el silencio de las hojas cuando caen de los árboles, o el aletear de las mariposas entre las flores. Les proporciona alegría y paz. Les aproxima a la eternidad. Quieren vivir con un espíritu libre, desasidos de las cosas terrenas, y alimentar su cuerpo con lo que les da la naturaleza, sin luz y sin agua corriente. Desde hace dos años, José Ángel, un soriano amable y conciliador, vive solo en una casa que él mismo restauró con sus manos en Ginuábel, pueblo abandonado del Sobrepuerto oscense. José Ángel tiene la mirada triste: cada año recibe una notificación del Gobierno de Aragón exigiéndole que abandone el pueblo. Pero como no tiene a dónde ir, le multan. Él quisiera estar a bien con la ley, pero sus circunstancias le empujan. Él no pide caridad, solo que lo dejen tranquilo. Él no quiere dormir en un cajero automático, prefiere el monte. Siempre he pensado que las leyes están en función de los hombres, y no al revés. Y ¿a quién puede molestar, José Ángel y otros como él, en un lugar abandonado de la mano de Dios?
    Venancio Rodríguez Sanz

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  12. Hola. Me llamo Nieves Pérez de Arenaza Ferragut y soy nieta paterna de Manuela Garcés Capablo quien nació en Ginuábel en 1887. A principios de 1900 dejó el pueblo y se fue a Barcelona donde murio en 1960. Siempre estuve muy interés en su vida y recién este fin de semana de agosto '19 pude cumplir mi propósito de ir a visitar su pueblo de origen. Después de una cansada y cálida ascención por la ladera de la montaña llegamos con dificultades, puesto que nos costó encontrar el lugar. Desde lejos casi no es posible visualizar las construcciones dado que están ya, casi en su totalidad, tapadas por la vegetación, tan solo hay una pista de su situación en el diferente verdor de los árboles, destacando sobre el general de los pinos repoblados. Llegados al sitio constatamos que el paso inexorable del tiempo había hecho su efecto, con la mayoría de las casas parcial o totalmente derrumbadas, quedándo tan solo la torre de la iglesia que se le resistía pero que también acabará un día por caer. Despué de estar un largo rato en el lugar, explorando y compartiendo con los fantasmas de antaño, una vez cumplida esta peregrinación, decidimos irnos y bajar y volver al tiempo presente.

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    1. Hola, soy Luis Buisán. Habíamos hablado por teléfono. Me hizo ilusión dar fe de que sus abuelos, Adolfo y Manuela, habían estado en Ginuabel cuando yo era pequeño. Saludos.

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  13. Hola. Nieves Pérez de Arenaza Ferragut y soy nieta paterna de Manuela Garcés Capablo quien nació en Ginuábel en 1887. Querría explicar la nota de Sr. Buisán como respuesta a mi historia. Me puse en comunicación con él por teléfono a través de Faustino Calderón. Le expliqué la historia de mi abuela con el fin de conocer más datos a incluir en mi árbol genealógico. Al principio el Sr. Buisán no recordaba nada pero unos días más tarde me devolvió la llamada y me dijo que mi abuela era de Casa Castillo y que cuando el era pequeño, sobre el año 1947, recordaba perfectamente la llegada de "unas personalidades" muy elegantes de Barcelona. Habían ido a Lerida en tren y desde allí a Ainsa en autobús y los subieron al pueblo en un carro de mulas. Era un señor con traje y sombrero y su señora. Se llamaban Adolfo y Manuela y eran mis abuelos por parte de padre. Estoy muy agradecida al Sr. Buisán por esta historia y felicitarle por su excelente memoria. Gracias

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  14. Hola, soy Violeta Hernández. Mi abuela siempre me contaba que su abuela era de "por Torla", de la casa Juan de Ginuábel. Vino a Zaragoza a trabajar de servicio en la casa de mi tatarabuelo.
    Hace unos años descubrí por este blog que Ginuábel era un pueblo y lo fui a visitar. Localicé la casa Juan en lo alto del pueblo prácticamente derruída. Me encantó estar allí.
    Me gustaría saber un poco más acerca de casa Juan y sus habitantes, ya que no tengo información. Si alguien conoce, lo agradecería muchísimo.
    Un saludo y muchas gracias por el reportaje.

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